Por Juan Terranova
La pregunta ya no es –como alguna vez planteó Ricardo Piglia, en respiración artificial– quién de nosotros escribirá el Facundo. Por otra parte, una pregunta argentina y válida, desde el momento en que nadie en Italia pregunta quién de nosotros escribirá la Divina Comedia. La pregunta hoy es quién llevará a cabo la actualización doctrinaria del peronismo, quién va a poner, por lo menos de palabra, la bestia al día. Porque mientras esto no suceda, seguimos derivando, más o menos bien si cierran los números, con revueltas y tiros si no cierran. Porque el síntoma es claro: la sociedad en todo caso va hacia una polarización. Mejor dicho vuelve a una polarización. En el monótono, muy peligroso y ridículo menemismo todo era más o menos la misma historia. Fair is foul, foul is fair. Pero con Kirchner es diferente. Asomaron los gorilas viejos, otros se reciclaron, y también se criaron o se van criando los nuevos, mientras las torres del peronismo se llenan de disfrazados. Y eso se va a ir modificando en el sentido de que se va a ir acentuando. Simplemente porque la política argentina es así. Si se acorta la brecha del desempleo, desafío lo suficientemente complejo como para tenernos bien ocupados por veinte años, vamos a volver a tener una sociedad polarizada alrededor de los mitos del peronismo. Y ahí te quiero ver, porque blanco sobre negro van a reaparecer aquellos que están con los trabajadores y aquellos que no lo están por motivos tan disímiles como la elegancia, el capital, la tradición o leer a Marx.
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