sábado, 26 de septiembre de 2009

Clarin y Esteban Schmidt mienten.

martes, 7 de abril de 2009

LA HOGUERA DE LAS FACULTADES

Por Cicco

¿Puede alguien ser considerada nueva promesa de las letras y publicar una novela debut que, para digerirla, es recomendable el uso de hepatoprotectores? Egresada en Filosofía de la UBA, Pola Oloixarac, autora de Las teorías salvajes, es célebre por un blog donde se disfraza de policía en fiestas y celebra que su libro esté entre los más vendidos de Eterna Cadencia que es, casualmente, la librería donde lo presentó.
Los estudiantes de Filosofía y Letras son gente sedienta de reconocimiento. Tanto libro devorado y los pobres no han merecido ni una línea en Paparazzi. Es por esto que la novela de Pola, que recoge personajes de la facultad y parodia al plantel académico, es recibida con la misma expectativa de un antílope desmembrado en una manada de lobos. El problema es que no se obtiene la misma reacción de un personaje que se vuelve cucaracha que de una pobre estudiante de Letras.
Las teorías salvajes es una novela llena de posibilidades. El problema es que ninguna se
cumple. Pero esto facilita las cosas a la hora de resumirla: una universitaria de apellido salival –Kamtchowsky–, se enamora de su profesor tiránico y hace cosas feas para conquistarlo, mientras un investigador estudia cómo las tribus transmiten su aplastante personalidad en futuras generaciones. Los personajes de Las teorías salvajes se conocen en el MALBA y publican blogs, al tiempo que Pola se las ingenia para que aparezca en el tercer capítulo una desaparecida política y en la tercera página un corpiño.
Los escritores argentinos de hoy son como una expedición en bote que uno ve alejándose de la costa: cada vez más niebla entre ellos y la civilización. De vez en cuando uno hace señas. ¿Está tratando de decir algo? Al promediar la segunda parte, este cronista decide acometer la tarea más feliz del crítico literario: saltear páginas. Lo asombra el daño neurológico que provoca la Facultad de Filosofía y Letras en un escritor. A Pola le hace escribir cosas como: “La transformación de las observaciones iniciáticas en sistemas personales implica la participación activa de los pequeños ‘sujetos sujetados’…”. Y a los personajes les sucede otro tanto. Cuando a la protagonista le da miedo, se aferra a la edición trilingüe de la Metafísica de Aristóteles. Y cuando un down le eyacula en la mano, cita a Spinoza.
Pobre Pola: es bonita, virtuosa, pero sigue escribiendo para los profesores. Uno puede
advertirlo por sus señas allá lejos a bordo del bote, meciéndose junto a cientos de colegas. Uno, más que desearle una carrera próspera, le desearía a toda esta gente un buen agujero en la cubierta.


(Publicado el 4 de abirl en Crítrica.)